31 de agosto de 2015

¿Parir en casa?


Hace poco un amigo se posicionaba en contra de que el parto en casa estuviera subvencionado por la Seguridad Social. Me comentaba que él no quería participar con sus impuestos en algo que le parecía “exótico y con garantías médicas dudosas”. Yo le dije que ya hay muchos países en los que las mujeres pueden acceder a este servicio sin tener que pagar por ello, pero como éste no es un argumento sólido, me he propuesto escribir este artículo para argumentar mi posicionamiento.

Durante mi embarazo leí algunos libros que hablaban del parto. Finalmente decidí parir en un hospital, como hace la mayoría de las mujeres en España, pensando que era lo más seguro y que los profesionales saben cómo actuar en cada momento. Con el tiempo, mi propia experiencia personal, la asistencia a algunas charlas de asociaciones a favor del parto respetado, otras charlas con comadronas que atienden en casa y escuchar las versiones de algunas madres, te vas formando una idea de lo que es el parto respetado y lo que en realidad pasa en la gran mayoría de hospitales de nuestro país.

Yo parí hace casi un año, lo hice en una clínica privada y salí de allí con una interesante episotomía y un prolapso de vejiga. Con todo tengo que dar gracias de que no me practicaran una cesárea. Hoy en día, el porcentaje de cesáreas practicadas en España está por encima de las recomendaciones de la OMS (1). Ahora tengo mis dudas de si mi parto hubiera sido mejor con un trato más cercano, con más información y en un ambiente más relajado, sin prisas.

Antes de nada quiero dejar bien claro que los hospitales son muy útiles cuando el embarazo es de riesgo, surge una complicación durante el parto o el bebé va mal colocado. Para ello la ciencia ha demostrado ser muy eficiente. Pero si una mujer tiene un embarazo normal y quiere parir en su casa, debería estar en pleno derecho, sin tener que pagarse los gastos ni tener que entrar en lista de espera. Actualmente en España hay más demanda que oferta de estos servicios y muchas mujeres se quedan sin poder realizar su sueño (2).

La evidencia científica apoya a los gobiernos que subvencionan los partos en casa, ya que son más seguros, más económicos y más satisfactorios para las familias (3).

Una mujer embarazada no es una persona enferma, el embarazo no es una patología y por lo tanto no debe de ser tratado como tal. Un parto es un acto fisiológico como comer, dormir o defecar. El cuerpo de una mujer está preparado para ello, de manera que cualquier intervención médica está de más (4). Una mujer sólo necesita un acompañamiento para hacer algo que ella por si sola puede hacer y sabe hacer. Este acompañamiento debe de ser siempre el de una profesional, una comadrona, que pueda detectar cualquier anomalía para derivar, si es preciso, a la madre a un hospital cercano.

Por tanto el parto no es un acto quirúrgico, como una operación, por lo que no es necesario realizarlo en un hospital. Con todo, hay muchas mujeres que se sienten más seguras pariendo en un hospital. En ese caso tomarán la mejor decisión ya que es necesario sentirse segura para que el parto fluya de manera natural. Es bien sabido que el estrés de la madre o una simple descarga de adrenalina causada por un desafortunado comentario del ginecólogo o la comadrona, es suficiente para parar el proceso del parto. Esto pasa con la mayoría de animales, si una hembra se siente amenazada en el momento de parir, el proceso se parará de golpe para continuar unas horas más tarde, en un lugar en el que se sienta segura y protegida.

Algunos hospitales tienen salas de parto, son siempre ambientes fríos para mantener la esterilidad. La mujer de parto es asistida en una camilla, con las piernas abiertas y tumbada boca arriba (litotomía). Esta postura facilita el trabajo a los profesionales de la salud. En cambio, es una evidencia científica que la litotomía dificulta el expusivo (5), por ello y para mayor rapidez se opta en muchos casos por la episotomía. Mientras que muchos profesionales, asociaciones y plataformas recomiendan que la episiotomia se aplique solo en casos extremos, como el sufrimento fetal, en la mayoría de hospitales españoles se practica como algo rutinario (6). Esto dificulta la recuperación post-parto y la lactancia, ya que la madre no puede sentarse para dar de mamar cómodamente a su hij@, además de muchos otros problemas como dolor o malestar en las relaciones sexuales. Contribuye también a debilitar las musculatura del suelo pélvico y las típicas escapadas de pipí. Además la postura boca arriba presiona la vena cava, que es justamente la que provee de oxígeno a la placenta y por tanto al bebé. Todo ello sin hablar de la muy conocida maniobra de Kristeller (7), que se realiza en la mayoría de partos con epidural y de la cual misteriosamente nunca queda registro en los historiales clínicos. En Reino Unido esta maniobra está prohibida. De la epidural y sus riesgos se podría hablar otro tanto (8).

En casa estás en tu ambiente, te mueves como quieres y eliges las posturas en que te encuentras más cómoda, que de hecho son las que te facilitan el movimiento que el bebé necesita para pasar por el canal del parto. Nadie te dice qué tienes que hacer, puedes descansar, comer, dormir... No somos más que mamíferos y como tales buscamos un lugar tranquilo y protegido para hacer aquello que nos es tan íntimo: parir. Sin focos que nos iluminan los genitales ni personas desconocidas que nos observan y susurran entre ellos sin darnos información del proceso. En casa nosotras controlamos nuestro parto.

En el momento del expulsivo, te dicen “empuja” y muchas mujeres cometemos el error de aguantar la respiración para apretar con todas nuestras fuerzas. Al empujar aguantando la respiración, el bebé también se queda sin oxígeno. Además el apretar con fuerza favorece el desgarre y, en mi caso, el prolapso de vejiga, que también puede ser de útero o de ano o de todos a la vez. Un parto respetado es un parto sin prisas por lo que al cuerpo le da tiempo de adaptarse y no es necesario empujar. Nuestro útero es un potente músculo que ya hace el trabajo de expulsar al bebé, de manera natural y sin esfuerzos, solo se necesita tiempo.

Ni que hablar del uso de instrumental como paletas, forceps o ventosas (9). Mi osteópata me comentaba no hace mucho que la ventosa es tal vez más respetuosa con la madre pero muy agresiva con el bebé. Primero se adhiere al cráneo y luego se realiza un movimiento de torsión para girar al pequeñ@ a la vez que sale por el canal del parto. Las membranas craneales dejan de estar en sintonía y con el tiempo cada una crece y se desarrolla sin tener en cuenta a la que tiene al lado, como una orquesta en que cada músico toca a su manera, sin armonia.

El desgarre es una de las cosas que más miedo da a una mujer que está de parto. Muchas se abren de vagina a ano, a veces por las prisas y por el empujar demasiado antes de que el tejido del periné tenga tiempo de adaptarse y flexibilizarse. Un desgarro es una obertura natural del cuerpo, un romperse por dónde el tejido es más débil, pero siempre es un doble trabajo a la hora de hacer una sutura. Los ginecólogos prefieren cerrar una herida recta y limpia a un desgarre irregular. Una amiga que tuvo un parto natural con episiotomia y desgarre me dijo que le dolió más la episiotomia que el desgarre. La episiotomia es un corte artificial, además corta la musculatura, mientras que el desgarre dificilmente se produce a nivel muscular.

Si tuviera que volver a parir no sé si lo haría en casa, en una casa de partos o en un hospital con un protocolo que respetara en todo momento la voluntad de la mujer. Lo que sí me gustaría es que tomara la decisión que tomara pudiera acceder a ella con la cobertura de mi seguro médico. Elegir dónde parir me parece un derecho de la mujer que deberían tener en cuenta nuestros gobiernos y que espero que pronto sea considerado. Algún día nuestras hijas ya no tendran que luchar por ello y tendrán acceso a un trato más personal y respetuoso con su cuerpo y su sensibilidad.

Por último, parir en casa es mucho más barato que hacerlo en un hospital, así que si pudiéramos optar por ello, la sanidad pública se ahorraría mucho dinero.

Para terminar os dejo un bonito cuento: “El perro, el gato y la gallina”:


Luna


Para más consultas:

FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, ISABEL. La Revolución del Nacimiento. Ed. Granica, 2006.

En la web:


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1. http://www.eldiario.es/sociedad/Sanidad-Espana-cesareas_0_237627037.html (agosto 2015)